(Profesionales Cristianos de Acción católica) Oración de Pentecostés: “Del cuidado y los descuidos”

Nos queda aún recorrido para orar al Espíritu Santo desde la vida y el camino. Hoy es un momento de gracia, tiempo para el Espíritu, para abrirnos a su luz y a su verdad, recibiendo su sabiduría y su fuerza, con el apoyo de su consejo en nuestro discernimiento. Discernir en el espíritu es lo propio de los cristianos y ha de ser transversal en los movimientos cristianos reunidos en torno a la Palabra y la vida.
| Lala Franco - José Moreno
Oración de Pentecostés: “Del cuidado y los descuidos”
(Profesionales Cristianos de Acción católica)

Movidos por tu gracia y tu luz, Espíritu Santo, hemos caminado un trienio apostando por una sociedad construida en torno al cuidado, tanto propio como de los demás y la casa común que fomenta la “cuidadanía “. En el camino nos hemos descubierto frágiles e interdependientes, frente al modelo dominante de autosuficiencia, centrado en el propio ego y en el consumo. Nos hemos descubierto vulnerables y hemos vuelto nuestra mirada a los más vulnerables en nuestras profesiones; hemos detectado muchos déficits de cuidados en ellas, pero también que se cuida mucho y bien, gracias a tu impulso y tu fuerza que no tiene límites en los que se abren a ti.
Hemos contemplado quién nos cuida y a quiénes cuidamos, en la vida personal, profesional y social. Y hemos vuelto nuestra mirada hacia la espiritualidad del cuidado y hacia la preocupación ecológica por una vida sostenible y respetuosa con la naturaleza. Tú, espíritu divino, nos empujas por estos caminos, porque cuidar y ser cuidados es lo que mejor expresa el amor divino por sus criaturas y nuestro compromiso con el proyecto de Jesús, que cuidó tanto que dejó su vida en ello.
Te damos gracias porque nos has revelado el tesoro valioso que ha sido compartir nuestras experiencias y reflexiones concretas en nuestros ambientes: explicar con ejemplos lo que significa cuidar desde una oficina, desde detrás de una ventanilla o desde la administración de justicia; o en un hospital, en una consulta o en una unidad de cuidados paliativos; lo que significa cuidar en la escuela, la atención que precisan nuestros niños y jóvenes en ese ámbito de cuidados esencial que debe atender el crecimiento de todos, pero especialmente de los más desfavorecidos. La vida hecha reflexiones y monografías sobre experiencias concretas de cuidado elaboradas por los militantes nos han alimentado, han hecho crecer nuestra conciencia para ser mejores cuidadores, mejores “cuidadanos” y mejores cristianos.
Espíritu santo, tu soplo nos ha ayudado a sentir y vivir en sinodalidad este trienio, en comunión con el camino común emprendido por nuestra Iglesia; pero también nos hemos dolido y avergonzado con los abusos, lo más opuesto al cuidado, y con la situación de desigualdad de la mujer, tan opuesta al trato de igualdad inaugurado por Jesús. Sabemos que estos descuidos no son tuyos y los descubres para liberarlos.
Sentimos que nos llamas ahora a seguir prestando atención a los aspectos estructurales del cuidado y de la ausencia de cuidados, a los ámbitos colectivos, donde el cuidado o el descuido no se nos impone como evidente y donde el remedio ha de ser obra de todos.
Tú eres Señor y dador de vida y lo hemos notado desde la conciencia de la interdependencia, profundizada estos años, ella nos hace ver que no solo aportamos cuando cuidamos, sino que esencialmente, en ese cuidado recibimos tanto como damos o más. Nos hace ver también que no siempre estamos en el lado de los buenos, que somos también vulneradores por acción u omisión.
Nos toca preguntarnos con amor por nuestras responsabilidades sociales como vulneradores de los demás, por nuestra complicidad con el mantenimiento de situaciones de desigualdad, por nuestra ceguera ante la injusticia, por nuestra indiferencia ante la opresión, hasta que no lo hagamos no habremos terminado nuestro trabajo.
Recibimos tu llamada insistente a reparar los descuidos. Queremos dedicar un año más seguir avanzando en ir “de los cuidados a los descuidos”, es decir, en detectar y combatir todas aquellas situaciones contrarias al cuidado del otro en los ámbitos colectivos. ¿Es acaso la polarización política una expresión de cuidado o más bien de desprecio del otro? ¿Qué sucede con el crecimiento del belicismo como único lenguaje posible? ¿O con el olvido de las víctimas? ¿O con la manipulación y la sistemática o tantas situaciones que se nos hacen insoportables? Frente a ellas, la preocupación por el cuidado nos exige situarnos en una perspectiva de veracidad, de verdad compartida, de amistad política.
Danos fuerza para saber situarnos con verdad y con apuestas claras y firmes de acción ante estas situaciones que nos envuelven.
Recibimos también la preocupación por los usos de la inteligencia artificial (IA) y desarrollar una perspectiva crítica sobre ella desde la mirada de los cuidados. ¿Nos aporta libertad o nos esclaviza? Compartimos esta inquietud con el Papa León.
Ven Espíritu divino, para dejarnos llevar y ser una oferta de cuidados desde tu amor derramado en nosotros. Danos la luz y la fuerza y la gracia para ser responsables moralmente en el cuidado personal, social y de la naturaleza. Danos un corazón fuerte para que nuestra presencia, además de profesional y eficaz, sea testimonio del amor gratuito de Dios. Acompáñanos en este nuevo tramo en esta cuestión acerca de nuestras responsabilidades en los ámbitos colectivos: social, cultural, político, eclesial. Que sepamos también testimoniar y tomar posturas públicas seguir construyendo la “cuidadanía” desde nuestras profesiones.
(Desde la reflexión asamblearia (23-25 Mayo)
