Del Evangelio social al desafío digital: De León XIII a León XIV León XIV es un Papa de su tiempo, y su tiempo es el siglo XXI

"Los cardenales han hablado. O más bien, han escuchado. Y lo que han escuchado esta vez es, de nuevo, la voz siempre sorprendente del Espíritu. En una elección que muchos ya consideran providencial, el nuevo pontífice ha elegido llamarse León XIV"
"No es un nombre casual. León XIII, ocupó la sede de Pedro entre 1878 y 1903, fue el pontífice que abrió las puertas de la Iglesia al siglo XX"
"Hoy, con León XIV, la Iglesia da otro paso en su peregrinación histórica, ya no frente a la revolución industrial, sino ante la revolución digital y la inteligencia artificial"
"Hoy, con León XIV, la Iglesia da otro paso en su peregrinación histórica, ya no frente a la revolución industrial, sino ante la revolución digital y la inteligencia artificial"
| José Manuel Coviella Corripio
Los cardenales han hablado. O más bien, han escuchado. Y lo que han escuchado esta vez es, de nuevo, la voz siempre sorprendente del Espíritu. En una elección que muchos ya consideran providencial, el nuevo pontífice ha elegido llamarse León XIV. No es un nombre casual, ni uno sin resonancia. Su elección nos remite directamente a la figura de León XIII, aquel Papa del tránsito entre los siglos XIX y XX, que empezó la sistematización de la Doctrina Social de la Iglesia, que es algo que ha existido siempre desde el Evangelio, pero a partir de su encíclica Rerum Novarum comenzó una línea continua de documentos que han dado origen a lo que podríamos llamar un compendio sobre la justicia, la familia, el trabajo y la sociedad”.
León XIII, ocupó la sede de Pedro entre 1878 y 1903, fue el pontífice que abrió las puertas de la Iglesia al siglo XX.

León XIII, fue elegido Papa, también con 69, y ejerció su papado durante 25 años, entre 1878 y 1903.
Hoy, con León XIV, la Iglesia da otro paso en su peregrinación histórica, ya no frente a la revolución industrial, sino ante la revolución digital y la inteligencia artificial. Una revolución que no solo transforma el trabajo y la economía, sino que redefine lo que significa ser humano, pensar, comunicarse y creer.
"León XIV es un Papa de su tiempo, y su tiempo es el siglo XXI"
Un perfil de frontera: intelectual, misionero y agustino
Quienes lo conocen no dudan en definirlo como un hombre equilibrado, sereno, profundamente espiritual y con una vocación innata al diálogo. Su trayectoria refleja una vida de servicio en las periferias: misionero en Perú, superior general de los agustinos, obispo en regiones olvidadas, defensor de los migrantes en su propio país natal.
Es estadounidense, y con nacionalidad también peruana y descendiente de familia de emigrantes Su biografía es ya un mensaje para una Iglesia global, intercultural y en movimiento. Formado en matemáticas, filosofía y teología, representa la confluencia entre razón y fe, entre el rigor del pensamiento y la apertura a los signos del Espíritu.
Con un estilo directo pero siempre humilde, quienes han trabajado con él destacan su capacidad para escuchar, y también su firmeza en la decisión cuando la ha meditado y rezado a fondo. No es un improvisador, sino un hombre que busca la raíz de las cosas.

¿Por qué León XIV?
Detrás del nombre escogido hay una doble fidelidad. Por un lado, un claro homenaje a León XIII, el pontífice que marcó el ingreso de la Iglesia en la modernidad, con una mirada lúcida a las tensiones sociales de su tiempo. En 1891, Rerum Novarum abrió el camino de lo que hoy conocemos como la Doctrina Social de la Iglesia, una brújula para afrontar los problemas del trabajo, la justicia y la dignidad humana.
Por otro, León XIV retoma una espiritualidad agustiniana que lo ha acompañado desde la infancia. Nacido en un pueblo marcado por la presencia agustina, se formó con esa visión de la fe que parte del corazón inquieto que solo en Dios halla su descanso. En su primera aparición pública, rezó el Ave María en latín, gesto que muchos han leído como una señal de continuidad con la devoción mariana tan subrayada por León XIII, quien promovió intensamente el rezo del Rosario.
Continuidad sin copia: de Francisco a León XIV
No hay ruptura. Tampoco repetición. El nuevo Papa no imita a Francisco, pero reconoce en él una inspiración. Una Iglesia pobre para los pobres, más sinodal, más samaritana, más cercana a los descartados: esa línea no solo no se detiene, sino que parece profundizarse. León XIV ha dejado claro desde el primer momento que quiere caminar con todos. Y en esa palabra –caminar– está toda la teología de una Iglesia en salida, en discernimiento, en escucha mutua.
Ya en su primer mensaje, destacó el papel del colegio cardenalicio como comunidad que le acompaña, no como espectadores de su mandato. Su énfasis en la sinodalidad —ese caminar juntos en la escucha del Espíritu— muestra una visión de Iglesia menos vertical, más corresponsable, más dialogante.
No quiere obispos aislados en palacios, sino pastores cercanos. No quiere una Iglesia que repita fórmulas del pasado, sino una Iglesia que proclame a Cristo con nuevo ardor, con alegría, con autenticidad.

Desafíos de un Papa del siglo XXI
Así como León XIII se enfrentó a los desafíos de la industrialización, León XIV se presenta como un Papa preparado para afrontar los grandes cambios culturales y tecnológicos actuales, en particular los que plantea la inteligencia artificial.
En sus homilías y escritos previos a su elección en el cónclave, ya venía señalando que la Iglesia no puede desentenderse de esta nueva revolución: el impacto en el trabajo humano, en la comunicación, en las decisiones éticas e incluso en la noción misma de libertad y verdad. Como León XIII, sabe que el Evangelio debe encarnarse también en los dilemas de su tiempo.
Pero no se trata solo de responder con documentos, sino de responder con una actitud pastoral, una espiritualidad profundamente encarnada. León XIV ha hablado del peligro de convertir la comunicación en un campo de batalla, y ha llamado a “desarmar las palabras” para construir una verdadera cultura de la paz.
Un mensaje claro: unidad, humildad, misión
León XIV ha dejado esbozado ya lo que podría ser el núcleo de su pontificado. Entre sus prioridades:
-Buscar la unidad: no solo entre católicos, sino entre todas las denominaciones cristianas, en un renovado espíritu ecuménico.
-Iglesia sinodal y no clerical: dar espacio a todos los carismas, no reducir la Iglesia a sus estructuras de poder.
-Evangelizar con cercanía: estar en medio del pueblo, vivir con y para los demás.
-Predicar un Evangelio íntegro: no adaptado al gusto del mundo, sino fiel y vivo.
-Defender la paz y la justicia: un Papa pacificador, dialogante, comprometido con los derechos humanos.
-Una Iglesia inclusiva y acogedora: donde todas las personas, sin distinción, sepan que hay un lugar para ellas.

Comienzos con María y con el pueblo
En su primer gesto como Papa, rezó con el pueblo, no habló a ellos sino con ellos. Recordó que era el día de la Súplica a la Virgen de Pompeya, y colocó su pontificado bajo la intercesión de María. Así, comenzó como quien camina en comunidad, no como quien impone desde arriba.
Dijo: “Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo…”. No proclamó grandes programas. No citó estadísticas. Rezó. Y en esa oración ya se percibe lo esencial: un Papa que no se entiende a sí mismo sino como servidor, como humilde heredero de Pedro, y como compañero de camino del Pueblo de Dios.
Un nuevo puente
Cada Papa responde a su tiempo. Si León XIII abrió a la Iglesia las puertas del siglo XX, León XIV parece haber sido llamado para ayudarla a encontrar su lugar en el XXI. En una era de incertidumbre, de fracturas sociales, de nuevas tecnologías que amenazan sustituir el rostro humano, León XIV puede ser ese rostro de serenidad, de escucha, de autoridad espiritual que el mundo necesita.
Como un nuevo León, no ruge desde el poder, sino que vigila con sabiduría. Como un nuevo agustino, sabe que el corazón humano está inquieto hasta que descansa en Dios. Como sucesor de Pedro, sabe que su misión es fortalecer a sus hermanos en la fe.
León XIV comienza así su camino. No lo hará solo. Camina con nosotros. Y con la Virgen María.

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